Escuela de Padres


Artículos de interés:
  1. Cuando debemos acudir al especialista
  2. Etapas del Desarrollo Evolutivo Normal. Pautas para padres
  3. La necesidad de saber decir "NO" a nuestros hijos


1. CUANDO DEBEMOS ACUDIR AL ESPECIALISTA

En líneas generales resulta difícil trazar una línea entre lo patológico y lo "normal". De cualquier forma, y siempre a modo orientativo, aquí se describen algunos de los principales criterios:
ACUDIR AL ESPECIALISTA:
  • Cuando un niño presenta problemas en su desarrollo evolutivo, tanto a nivel de lenguaje, de habla, audición, de voz, como de otros trastornos psicomotores, cognitivos, de socialización, etc.
  • Cuando un paciente presenta problemas en su habla. Puede ser debido por una dislalia (el niño tiene más de 4 o 5 años y tiene problemas para emitir un fonema), por una disglosia (por ejemplo, nace con alguna malformación orgánica como la fisura palatina y el paladar hendido). También cuando el niño o adulto presenta problemas de fluidez, ya sea por una tartamudez, una taquifemia, etc. y cuando presenta trastornos del habla por una disartria o alteración en el control muscular de los mecanismos del habla.
  • Cuando el niño muestra dificultades en la adquisición del lenguaje oral, tanto a nivel de comprensión como de expresión. La etiología causante de este déficit lingüístico es múltiple, puede deberse a un simple retraso del lenguaje, a una disfasia o TEL, al autismos, la parálisis cerebral, el autismo u otros trastornos en los que se encuentra afectado el lenguaje.
  • Cuando el niño tiene problemas con la lectoescritura. Ya sea por una dislexia, por una disgrafía o por un simple retraso en la adquisición lectora.
  • Cuando un sujeto presenta problemas con su voz, ya sea por la ausencia total de la voz (afonía) o por una disminución de su capacidad fonatoria (disfonías).
  • Cuando el paciente padece de una hipoacusia o sordera. En estos casos el logopeda facilitará al niño la adquisición del lenguaje, empleando los medios necesarios para ello como los diversos sistemas alternativos o aumentativos de comunicación (la rehabilitación de penderá del grado pérdida de audición).
  • Cuando un sujeto presenta problemas con el lenguaje una vez que lo ha adquirido (Afasias, demencias: Alzheimer). Esto suele ocurrir tras un traumatismo craneoencefálico, un accidente cerebro vascular, etc.
  • Cuando el niño o adolescente muestra dificultades en el contexto escolar.
  • Cuando el niño o adolescente no tiene unos adecuados hábitos de estudio (!no saben estudiar!). En este caso el pedagogo le ayudará a sacar el máximo provecho a las horas que dedique al estudio.
  • Cuando el niño, según su edad cronológica o mental, muestra trastornos de conducta, como el déficit de atención (con o sin hiperactividad).

2. ETAPAS DEL DESARROLLO EVOLUTIVO NORMAL
Pautas para los padres

El niño de 0 a 3 meses

Se orientará en su nuevo ambiente a través de los sentidos. Necesita de vosotros para poder llegar a conoceros: habladle, cogedle, acariciadle.
  • 1 MES. Me paso casi todo el día durmiendo plácidamente. Sólo me despierto y lloro si tengo hambre o estoy incómodo. Me tranquiliza oír tu voz y aprendo a mirarte. Si me pones boca abajo puedo levantar la cabeza unos instantes.
  • 2 MESES. Estoy más rato despierto y me interesa ver lo que hay a mi alrededor. Los ruidos fuertes me sorprenden. Me gusta mirarte a los ojos y si te mueves te seguiré con la mirada. Cuando me hables o acaricies te responderé con sonrisas o sonidos. Me llaman la atención los objetos móviles y de colores vivos.
  • 3 MESES. Me gusta mirarme las manos y juego con ellas. Si te acercas mucho quizás te tiraré del pelo y te tocaré la cara. Cuando me hables, contestaré con sonidos. Al cogerme en brazos puedo sostener la cabeza erguida un rato. Boca abajo me sostengo sobre los brazos y levanto la cabeza.
  • Si a los tres meses el niño no sonríe, no es capaz de fijar la mirada o no sostiene bien la cabeza consulte al pediatra.
El niño de 4 a 6 meses

Va ampliando su mundo a través de las vivencias y gracias a la posibilidad de manipular los objetos. Establece un lazo afectivo con las personas que le rodean.
  • 4 MESES. Me oriento hacia los sonidos y gorjeo y grito para llamar tu atención. Reiré a carcajadas cuando juegues conmigo o me hagas cosquillas. Al mostrarme un objeto intentaré cogerlo. Si me lo pones en la mano seré capaz de sostenerlo y me lo llevaré a la boca.
  • 5 MESES. Me divierto jugando con mis pies y mis manos. Esto me ayuda porque me enseña a moverme. Si me dejas el sonajero al alcance de la mano lo cogeré y lo haré sonar. Reconozco a quienes están conmigo. Si me mantienes sentado soy capaz de sostener bien la cabeza.
  • 6 MESES. "Te contesto" con sonidos cuando tú me hablas. Puedo coger fácilmente los juguetes que me dan. También me cojo de los pies y así voy descubriendo mi cuerpo. Boca abajo estoy tranquilo y me sostengo apoyado sobre las manos. Puedo voltear.
  • Si a los seis meses el niño no tiene interés ni intención de coger objetos o bien no usa alguna de las dos manos consulte al pediatra.
El niño de 7 a 9 meses
 
Es capaz de mantenerse sentado de una forma cada vez más estable. Además de coger objetos es capaz de manipularlos y explorarlos. Reclama más a la madre y no le gusta que le dejen con extraños.
  • 7 MESES. Si me das de comer algo que no me gusta cerraré la boca y no querré comer más. Puedo decir ga, ta, da... y me gusta repetirlo. Me llaman la atención los objetos y los exploro dándoles vueltas en mis manos. Soy capaz de sostenerme un ratito sentado pero necesito apoyarme delante con las manos para no caerme.
  • 8 MESES. Lloro porque te has ido de mi lado y me dejas con extraños. Si un juguete me gusta me esforzaré por alcanzarlo aunque esté lejos. Me divierte tirar los objetos para ver como caen y oír el ruido que hacen. Quiero conocer mi entorno y los intento rastreando.
  • 9 MESES. Me gusta que me cojas y estiro los brazos cuando estás cerca. Puedo palmotear y decir adiós con la mano. Sé cuando voy a ir de paseo y esto me gusta. Miro y escucho y voy aprendiendo cosas nuevas. Puedo jugar reteniendo un objeto en cada mano y me gusta hacerlos sonar. Ya puedo coger cosas pequeñas. Puedo estar sentado sin peligro a que me caiga.
  • Si a los nueve meses no se sostiene sentado, no se interesa por mirar o tocar las cosas o no parlotea, consulte al pediatra.
El niño de 10 a 12 meses

Puede estar sentado de forma estable sin necesidad de apoyo. Tiene gran interés por los juguetes. Con el fin de explorar el entorno buscará algún medio de desplazarse. Progresará en su comunicación gestual y verbal. Empezará a emitir sus primeras palabras.
  • 10 MESES. Me llaman la atención los objetos desconocidos e intento cogerlos. Si veo que me escondes un juguete sabré donde está e intentaré descubrirlo. Cogido de los barrotes de mi cuna puedo ponerme en pie. Puedo gatear si me has dejado en el suelo.
  • 11 MESES. Reconozco cuando me nombran a papá o a mamá y los busco. Si me dices "dame", alargándome la mano, me acerco ofreciéndote lo que me pides. Al decirme que no, te miraré sorprendido. Me gusta comer solo y puedo hacerlo con los dedos.
  • 12 MESES. Os llamaré diciendo papá y mamá y entenderé muchas cosas de las que digáis. Puedo introducir unos objetos dentro de otros y hacer torres simples con cubos grandes. Intentaré recorrer la casa solo o con ayuda, gateando o cogiéndome a los muebles. Abro los cajones para ver los que hay dentro.
  • Si a los doce meses el niño no es capaz de sostenerse en pie asido a un mueble (aunque no camine), no busca la comunicación con el adulto o no explora a los nuevos juguetes consulte al pediatra.
El niño de 14 a 18 meses

La posibilidad de desplazamiento y la habilidad manual le harán más independiente del adulto y le darán un mayor conocimiento de su entorno.
  • 14 MESES. Me interesarán los juguetes de los otros niños e intentaré cogérselos. Cuando me miro en un espejo me hace gracia verme reflejado. Me gusta esparcir por el suelo todos mis juguetes. Soy capaz de caminar solo o empujando un cochecito.
  • 16 MESES. Puedo señalar y nombrar algunos objetos. También conozco partes de mi cuerpo. Soy capaz de beber solo cogiendo la taza con las dos manos. Utilizo la cuchara. Me gusta que me leas un cuento y señalaré los dibujos grandes. Puedo pasar páginas. Soy capaz de tiraros una pelota y me gusta repetir este juego.
  • 18 MESES. Me gusta jugar al escondite y se ir a buscarte cuando estás escondida. Ya puedo quitarme alguna pieza de ropa (los zapatos o los calcetines) y ayudarte a vestirme. Si me das un papel grande me gusta hacer garabatos con colores vivos. Puedo ponerme en pie sin necesidad de ayuda y agacharme a coger un juguete. Subo las escaleras gateando y sé correr un poquito y saltar un escalón.
  • Si a los dieciocho meses aún no camina o desconoce el nombre de algunos objetos o personas familiares consulte al pediatra.
El niño de 1 a 2 años
  • Imita al adulto en tareas simples.
  • Repite las acciones que producen risa o atraen la atención.
  • Juega con 2 0 3 niños de su edad.
  • Comparte objetos o comida con otro niño cuando se le pide.
  • Obedece tres órdenes diferentes pero simples que no vayan acompañadas de ademanes.
  • Señala 12 objetos familiares cuando se le nombran.
  • Responde a la pregunta "¿qué es esto? con el nombre del objeto.
  • Pide algún tipo de alimento común nombrándolo cuando se le muestra.
  • Se quita el abrigo o los zapatos cuando no están atados.
  • Indica la necesidad de ir al baño por medio de ademanes o palabras.
  • Garabatea.
  • Empuja tres bloque como si fuera un tren.
  • Hace ademanes sencillos cuando se le pide.
  • Camina solo.
  • sube las escaleras con ayuda.
  • Imita un movimiento circular. 
El niño de 2 a 3 años
  • Obedece a los padres el 50% de las veces.
  • Dice "por favor" y "gracias" cuando se le recuerda.
  • Trata de ayudar a los padres en tareas domésticas.
  • Juega a disfrazarse con ropa de adulto.
  • Escoge cuando se le pide.
  • Combina dos palabras para expresar pertenencia (auto papá).
  • Responde a las preguntas de "¿dónde?".
  • Pregunta "qué es esto"?
  • Responde a la pregunta "¿quién"? dando un nombre.
  • Emplea la forma posesiva de los sustantivos.
  • Describe los objetos diciendo que están "abiertos" o "cerrados".
  • Se pone los zapatos.
  • encuentra la parte delantera de la ropa.
  • Agrupa de 3 colores.
  • Nombra objetos que hacen sonidos.
  • Apila en orden 5 o más aros en una clavija.
  • Desatornilla juguetes que encajan unos dentro de otros.
  • Patea una pelota grande fija.
  • Da una vuelta de campana hacia delante con apoyo. 
El niño de 3 a 4 años
  • Canta y baila al escuchar música.
  • Saluda a adultos desconocidos, sin que se le recuerde.
  • Espera su turno.
  • Obedece al adulto en el 75% de los casos.
  • Emplea correctamente "es" y "está" al iniciar una pregunta.
  • responde a preguntas simples de "¿cómo?".
  • Usa el imperativo cuando pide un favor.
  • Cuenta dos sucesos en el orden en que aparecieron.
  • Evita peligros comunes.
  • Se pone las botas.
  • Separa objetos por categorías.
  • Dibuja un cuadrado imitando al adulto.
  • Nombra 3 colores o formas geométricas.
  • Camina de puntillas.
  • Se mece en un columpio cuando se le pone en movimiento..
  • Traza con plantillas siguiendo los contornos.
  El niño de 4 a 5 años
  • Contribuye a la conversación de los adultos.
  • Se comporta en público de manera socialmente aceptable.
  • coopera con 4 o 5 niños sin supervisión constante.
  • Emplea el futuro al hablar.
  • Emplea oraciones compuestas.
  • Emplea el condicional (sería, haría...) al hablar.
  • Emplea las palabras "hermana, abuelitos, etc.".
  • Relata un cuento conocido sin ayuda de ilustraciones.
  • Se lava las manos y la cara.
  • Retira sus platos y cubiertos de la mesa.
  • Se peina o cepilla el cabello largo.
  • Se ata los cordones de los zapatos.
  • Nombra 8 colores.
  • Construye una pirámide de 10 bloques imitando al adulto.
  • Nombra la primera, la del medio y la última posición.
  • Atornilla objetos con rosca.
  • Pedalea un triciclo y da vuelta a una esquina.
  • Recorta y pega formas simples. 
El niño de 5 a 6 años
  • Manifiesta sus sentimientos: enfado, felicidad, cariño...
  • Consuela a sus compañeros de juego cuando están afligidos.
  • Elige sus propios amigos.
  • Dice su dirección.
  • Relata experiencias diarias.
  • define palabras.
  • emplea "ayer" y "mañana" correctamente una bandeja con comida.
  • Coge, lleva y coloca en la mesa.
  • Se abrocha el cinturón de seguridad del coche.
  • Copia un rombo.
  • de cuál es su derecha y su izquierda.
  • cuenta de memoria del 1 al 100.
  • Golpea un clavo con un martillo.
  • Copia dibujos complejos.
  • Recoge un objeto del suelo mientras corre.
  • Camina o juega en una piscina con el agua hasta la cintura.
3. LA NECESIDAD DE SABER DECIR “NO” A NUESTROS HIJOS

La idea de establecer normas o límites en casa con niños en edad infantil entre 3 y 6 años es a veces un tema muy discutido entre los padres.

Contrariamente a lo que algunos progenitores puedan pensar, desde aquí debemos decir que la respuesta a si nuestros hijos necesitan de normas y límites en casa, es claramente que SÍ.

Cabe igualmente dejar claro que todas las situaciones extremas perjudican el crecimiento y desarrollo del niño, es decir, tanto el establecer unos límites o normas demasiado estrictas o excesivas, como la ausencia total de las mismas es igual de perjudicial para nuestros hijos.

Muchas veces nos encontramos a padres que les cuesta mucho poner límites o normas en sus casas.

Veamos algunas posibles causas:

Ø  Padres que sienten que no tienen energías suficientes para enfrentarse a sus hijos.
Ø  Padres que intentan, de esta forma (no poniendo ningún tipo de normas y dejando que sus hijos hagan lo que quieran), compensar el poco tiempo de dedicación que les pueden dar.
Ø  Padres inseguros o miedosos y con poca autoestima, que desean ser aceptados por sus hijos pase lo que pase, y que no confían en sus propias decisiones ni en su capacidad para defenderlas.
Ø  Padres que, entre sí, tienen opiniones distintas sobre una misma situación, e infravaloran o desacreditan el juicio del otro progenitor. No hay respeto entre ellos.
Ø  Padres que han recibido una educación demasiado estricta y quieren conseguir el efecto totalmente contrario para la formación de sus hijos.
 
¿POR QUÉ HAY QUE APRENDER A DECIR QUE NO?

Aunque suponen un mayor gasto energético, pues se ha de vigilar su cumplimiento, marcar límites a los niños se hace necesario, ya que:

Ø  Hay que permitir y propiciar que el niño/a se forme y se convierta, con el tiempo, en un ser responsable, independiente y autónomo.
Los padres deben saber que la frustración es una experiencia indispensable para el desarrollo psicológico y afectivo del niño, que debe aprender a renunciar a la satisfacción inmediata de todos sus deseos.

Ø  Pese a lo que se pueda creer, decir “no” a un niño le aporta seguridad y protección.
Mantenerse firme en algo es el primer medio para darle puntos de referencia. Un niño/a que ve que consigue todo lo que quiere gracias a sus rabietas y pataletas, se acaba sintiendo angustiado por la ausencia de límites a su fuerza. Piensa siempre que si un niño se siente más fuerte que sus padres, no se
podrá sentir protegido por ellos.

Ø  No podemos caer en el error de creernos los “padres amigos”.
Los niños, para conseguir un buen desarrollo y equilibrio psicológico, no necesitan ver en sus padres a un amigo/a, sino a una persona adulta y firme en la que pueda identificarse y en la que encuentre apoyo cuando lo necesite.

Ø  Debemos intentar evitar dificultades futuras.
Cumplir todos los deseos de los hijos significa educarlos en un mundo de fantasía en el que todo está permitido.
Los partidarios del dicho: “está prohibido prohibir…”, impiden a sus hijos entrar en contacto con la realidad, incapacitándoles para soportar las prohibiciones a las que se tendrá que enfrentar en su vida futura. Un niño que de pequeño carece de autoridad parental, en su adolescencia tenderá a buscarla en otras personas que no sean sus padres.

Ø  No es bueno dejarnos tiranizar por nuestros hijos.
Abdicar constantemente acaba esclavizando. A largo plazo, siempre terminamos guardando resentimiento, más o menos conscientemente, a la persona que nos tiraniza.

ALGUNAS PAUTAS PARA APRENDER A DECIR “NO”

Ø  Hay que tener clara la diferencia entre lo que son PROHIBICIONES SOCIALES ABSOLUTAS (acostarse con sus padres, hacer daño a alguien o a uno mismo,…) y lo que son NORMAS PROPIAS DE CADA FAMILIA (ver la televisión, acostarse a tal hora,…).

Ø  Con las primeras (prohibiciones sociales absolutas) se debe ser inflexible. Hay que recordárselas al niño/a con frecuencia y no únicamente en el momento que las incumpla o veamos que las va a incumplir. Debemos utilizar la frase: “Sabes que eso está prohibido”.

Ø  En cuanto a las segundas (normas propias de cada familia), se deben establecer sólo aquellas que se esté seguro de poder mantenerlas de una forma duradera, y luego, adaptarlas en función de la edad, de la personalidad y de las necesidades de su hijo, así como de la organización de la familia.

Ø  A la hora de dirigirse al niño para indicarle que debe respetar una prohibición o un límite, hay que esforzarse en captar y sostenerle fijamente la mirada. Aprende a mirarlo con los ojos bien abiertos (como se hacía antes) y a reprenderlo con severidad si la situación lo merece. Cuando antes se acostumbre el niño/a a que lo miren fijamente a los ojos en los momentos críticos, antes aprenderá a obedecer. No se debe olvidar nunca que la autoridad se transmite tanto por la mirada como por el cambio del tono de voz.

Ø  En las rabietas del niño, hay que aprender a distinguir el verdadero sufrimiento (quiere irse de casa) del simple capricho (llora porque no le damos el cuarto caramelo). Se debe ser comprensivo en el primer caso e inflexible en el segundo.

Ø  Es importante también tener la suficiente confianza en sí mismo para afrontar solo/a la rabieta de su hijo/a, sin pedir ayuda… No se debe recurrir a lo de: “Espera que venga tu padre y verás…” o “se lo diré a la señorita mañana…”

Ø  Hay que asumir el hecho de dejar llorar al niño en su habitación hasta que se calme. Si lo/a acostumbramos a acudir en plena rabieta para que deje de hacerlo, le estamos inculcando un aprendizaje para que nos utilice a su antojo cuando quiera conseguir algo.

Ø  No debemos olvidar nunca que en la calle también somos sus padres, es decir, muchas veces por vergüenza no reprendemos a nuestros hijos en público como debemos, esperando a hacerlo cuando se llegue a la casa. Es éste un error muy frecuente que los padres cometen, no podemos olvidar que si queremos que la reprimenda o prohibición surta efecto debe ser con inmediatez al hecho y no unas horas más tarde.

Ø  ¿Tu hijo te trata de “mala madre” o “mal padre”? No dudes en dejarle claro que las normas son así porque ustedes lo han decidido por el bien de él. Sin más explicaciones. Puede ayudar en muchos casos que los padres hagan referencia a su propia infancia: “Yo también cuando era pequeño/a recuerdo que me enfadaba porque mis papás…” Así se sentirá menos solo, al tiempo que conseguirás distraerlo y desdramatizar.

Ø  Si el drama continúa se debe atajar por lo sano la polémica: “Mira, no insistas, ya te he dicho que no, y por hoy no se habla más del tema”.

Ø  Una vez se haya calmado (o si ha pasado mucho tiempo y no se calma) se debe ir hacia el niño/a y decirle: “Sabes que te quiero mucho y te querré siempre, pero antes me he tenido que enfadar por culpa de lo que has hecho”. No se le debe decir nunca que nos hemos enfadado porque “son malos” o “por culpa tuya”, son frases demasiado culpabilizadoras.
Recuerda que no siempre resulta fácil seguir todas estas pautas. Así que no te sientas “mal padre” o “mala madre” si no las consigues lograr a la primera. Ten presente que la educación y formación de tu hijo/a requiere de tiempo, convencimiento de lo que se hace y mucha paciencia. Ánimo que la causa lo merece.



Gabinete Psicopedagógico Lana-Ripero

ALMUDENA LANA SANANTERO
(Pedagoga) /644 409972